viernes, 28 de julio de 2017

Carola


Hace 6 años, un 28 de julio, moría mi hermana. La ceremonia de su entierro fue surrealista. Un cura que no era cura ofició la misa en un cementerio privado del conurbano perdido en el medio de la nada. Mirá que venir a parar a un lugar así, sentía que mi  hermana decía desde lejos.  Me acuerdo que fui vestida casi de verano, porque no sentía ni frío ni calor. Luego supe que hacía un frío terrible. Todo el tiempo pensaba que si mi hermana podía ver la escena de su entierro estaría riéndose diciéndonos:  "che, menos mal que me habían jurado que no me iba a morir".  Eso no podía ser real. Carola tenía un humor increíble y decía que lo que más la divertía era hacerme reír. 
Su vida me llenó de alegría. Su muerte me dio un coraje que no es de este mundo.




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