domingo, 24 de abril de 2016


En la memoria,
la luz aparece de a ratos.
De a ratos, todavía,
tiembla un pájaro dormido
entre tu gesto y mi pecho.
-Así no se puede soñar- dice
la parte lúcida
del cuerpo que me queda.
Entonces, con cuidado,
mis manos agarran
la angustia, la tristeza,
el poco amor,
el miedo,
la furia,
todas las palabras que sirvan
para decir me rindo,
y las pone en la parte baja
de la ventana
entre los cactus
y otras flores para no regar.





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