viernes, 4 de diciembre de 2015

El mar de la madrugada.
La alegría de la sal sobre la lengua.
Los pies fríos.
El viento adentro de la ropa.
El dedo señalando el pájaro
que cruza sin quemarse el sol.
El silencio, ah, el silencio,
cortado cuando rompe el agua
y el abrazo.
Tanta materia
sin sentir.



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