sábado, 26 de octubre de 2013



Hoy, hace un año, Cero llegaba a mis manos. Y lo primero que hice fue llevarlo al mar y pedirle a Gabriel que nos tome esta foto. Cero nació rodeado de alegría, de magia, de pequeños rituales al final del sol. ¿Cuántas manos son necesarias para sostener a un libro de poesía sobre el agua? Una sola no es suficiente. A los poemas hay que llevarlos en brazos como a un recién nacido, para que no sepan la ausencia. A todos los que hicieron posible que Cero exista, a los que fueron a buscar a Cero y se lo llevaron a su casa, a los que lo recibieron y lo leyeron, a los que vienen y me sorprenden con poemas de memoria, y sobre todo, a las manos que creyeron en este libro antes de que este libro exista y lo trataron con el cuidado con que se sostiene a una vida, a todos ellos, gracias.


A confesión de parte...: Esta foto es una copia descarada de una foto que Jorge Curinao, que trabajó incansablemente con Cero, tomó de su libro Nadando. Yo quise repetir la foto, como símbolo de admiración hacia su trabajo y su poesía.