viernes, 30 de agosto de 2013

Curaciones

Yo me rompía contra el acantilado
y mis manos tenían
una fosforescencia que
se esparcía en la noche
dando testimonio de los filos
clavados en mí/de mí/
y lloraba todo el mar
y lloraba el no mar
como los cormoranes
lloran el desasosiego

entonces vos

con mi dolor a cuestas
sacudiste las lágrimas/ las
tuyas/las mías/ el yodo/
secaste las manchas
de aceite de sangre
y
como quien vuelve
del fondo del infierno
inexplicablemente abriste
la ternura más definitiva.