lunes, 24 de junio de 2013

Soy la boliviana
sentada en la vereda
a la que le compro los ajos.
No me miran/ yo tampoco los miro.
Mis hijos no me reconocen.
He aprendido a ofrecer el dolor
sentadita y doblada.
¿Y mamá?/ preguntarán
cuando les llegue el hambre.
Yo me impongo la intemperie
y callo.